La primera reunión de grupos anarquistas de México resultó un rotundo fracaso, incluso antes de iniciar. En especial debido al hecho de que todos los grupos invitados fueron siempre fieles a sus principios.
La reunión fue convocada en el Zócalo de la Ciudad de México, pero aunque la cita fue a las nueve de la mañana, los grupos consideraron que el poner una hora definida era una imposición, por lo que todos ellos llegaron a la hora que se les dio la gana.
Tras de que se intentará hacer una orden del día, varios de los anarquistas se acusaron unos a otros de trabajar para el sistema, pues la palabra «orden» no debería de tener cabida en una reunión de este tipo.
Tras de ello, intentaron acordar el tema de discusión, a lo que siguieron dos horas de todos hablando al mismo tiempo, asegurando que el ponerle tiempos y momentos a cuándo podía hablar cada uno era una forma de reprimir su libertad de expresión.
Al final, la reunión se disolvió, no sin antes de que todos dijeran –curiosamente al mismo tiempo—que son personas de principios firmes, y que no están dispuestos a claudicar ante la propaganda de los demás grupos, que por más que tuvieran visiones similares, nunca serían las visiones de ellos, es decir, las correctas.
Se habló de repetir la reunión, pero al parecer, nunca pudieron acordar cuándo y dónde.