El siempre polémico Donald Trump, virtual candidato republicano para la presidencia de los Estados Unidos, ha demostrado un sentimiento de odio hacia los inmigrantes, en especial hacia los mexicanos.
Su discurso, basado en la vieja doctrina Monroe (América para los americanos), lo muestra dispuesto a impedir que sigan ingresando inmigrantes mexicanos o de cualquier parte del mundo, ya que, según él, son los causantes de las peores desgracias del país.
Sin embargo, en un arduo trabajo de investigación, encontramos que no siempre Donald Trump fue así; de hecho, recordemos que una de sus esposas, Ivana, tampoco era norteamericana, lo cual habla de que en su momento, el ser inmigrante no era algo importante para Trump.
En nuestra investigación, descubrimos que hace muchos años, el magnate tuvo un romance con un mexicano cuyo primer apellido es Pérez, aunque según varios testigos, podría ser López, González o Hernández. Cuando se conocieron, el flechazo fue inmediato y ambos iniciaron una relación.
En aquellos años, no era tan conveniente que la gente supiera de este tipo de relaciones, por lo que la mantuvieron muy en secreto. De hecho, Trump vino varias veces a México y fue huésped recurrente del Hotel Roma —ese donde Fabiruchis saltó a la fama—ya que ir a un hotel de la cadena Trump, no era conveniente.
Por mucho tiempo la relación siguió, hasta que por cuestiones de trabajo, Trump no pudo venir a México y entonces, el mexicano decidió terminar la relación, lo cual devastó a Trump, tan es así, que se divorció de su entonces esposa por la terrible depresión en la que cayó.
Poco después, Trump conoció a otro hombre, este era de origen sirio, y cuando el amor parecía llegar a su vida de nuevo, se dio cuenta que sólo lo quería utilizar para conseguir la ciudadanía norteamericana. Nunca hubo amor.
A partir de ese momento, Donald Trump juró odiar por la eternidad a mexicanos y extranjeros, pues le rompieron el corazón, y algo más…
Por eso dice lo que dice.
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