Pablo del Mazo, un anciano carpintero, fue puesto hoy bajo la custodia de las autoridades tras de que se descubriera su responsabilidad en un crimen cometido en 1922, y que hasta ahora no había podido ser esclarecido.
La víctima, el señor Jacinto Jerónimo Calvillo, boticario que en sus tiempos fuera conocido por su marcada alopecia, fue descubierto en su domicilio de la colonia Santa Julia (actual colonia Anahuac) con un clavo introducido firmemente en su cabeza. Durante varias décadas se intentó dar con un responsable, pero las pistas eran escasas.
“Fue él mismo criminal quien nos dio la principal clave para llegar al fondo del asunto a través de una macabra confesión”, nos platicó el connotado detective Colombo Belascoarán. “En un arranque de cinismo, el responsable había escondido la verdad de su crimen en un poema: Pablito clavó un clavito, en la calva de un calvito. En la calva de un calvito, Pablito clavó un clavito”.
De acuerdo al detective, dicho poema fue después incorporado por un editor de libros a un compendio de trabalenguas, forma mediante la cual se volvió parte de los juegos infantiles.
“Había pensado en la posibilidad después de escuchar las rimas de Freddy Krueger hace unos treinta años. Desde entonces me dedicado día y noche a resolver el enigma”, añadió.
Pablo del Mazo, al verse acorralado, acabó por confesar su crimen: “El ahora anciano cometió la horripilante acción en su juventud, ante la imposibilidad de pedirle a la víctima, que era su vecino, que le prestara un martillo. El problema es que nunca pudo decir correctamente ‘el martillo del señor Calvillo’, razón por la cual lo asesinó en un arranque de desesperación”.
Mientras Pablo del Mazo está en espera del juicio que podría enviarlo a prisión por el resto de sus días, el detective Belascoarán se concentrará en su nuevo caso: “Se trata de la desaparición de una connotada mezzosoprano checoslovaca, que al parecer se quería desmezzosopranochecoslovaquizar”, finalizó.