¿Conoce usted –sí, usted—el contenido del nuevo reglamento de tránsito de la Ciudad de México? No lo culpamos, pues aún quienes lo han leído de principio a fin y de ida y vuelta, no han sido capaces de descifrar el galimatías enmarañado que esconde su redacción.
Ha sido necesaria la acción de los más destacados expertos en lingüística, gramática, lenguaje, retórica, astrología y una que otra ciencia oculta para poder determinar exactamente a qué le tira el nuevo reglamento.
El fin común de los expertos es altamente encomiable, pues sin su ayuda quizás nunca sabríamos si está prohibido –o no—manejar, caminar, pedalear o simplemente estar en alguna calle.
“Nos estamos enfrentando al trabajo más importante de interpretación en la historia contemporánea”, dijo el reconocido filólogo Estanislao Semantowsky Pérez-Prado. “¡Qué digo historia contemporánea! ¡Quizá sea más importante que las tablas de arcilla sumerias y la mismísima piedra de Rosetta!”.
El decano de la criptografía asegura que los resultados del trabajo no serán inmediatos, pues se requiere de toda la dedicación, constancia y talento que sean posibles.
“Lamentablemente, mientras logramos acercarnos al objetivo, los ciudadanos del Distrito Federal o Ciudad de México o como ahora se llame, vivirán una época de anarquía absoluta”.